sábado, 29 de octubre de 2011

Itinerario (durante los ensayos)

“El teatro es una herramienta de conocimiento más que una técnica de diversión”
Enzo Cormann

Respecto a la crisis de hoy (lo mismo podemos decir de las revoluciones del Mediterráneo y del propio movimiento 15 M) carecemos de perspectiva. Cientos de veces se ha dicho que la conciencia llega tarde, en palabras de Hegel, el ave de Minerva (la razón) levanta el vuelo al crepúsculo… ¿Entonces cómo hablar del presente? Cuando el primer día de ensayos (el lunes 24) leímos los textos que había escrito, los actores emitieron sus opiniones acerca de este objeto literario y de su referente (la situación que vivimos). Donat sugirió el concepto de ironía a colación de los materiales y eso me hizo meditar, porque si bien la ironía (y sus fuegos de artificio) demuestran inteligencia, siempre he considerado que tiene un lado negativo en tanto que escudo de protección. Autoevaluándome, llegué a la conclusión de que había empleado la ironía para tomar una distancia, que no existe, con la realidad… ¿Es esta distancia de seguridad necesaria para generar ficción, para emitir juicios de valor sin miedo a que el tiempo o la historia los contradigan? ¿Es la ironía una forma de eludir responsabilidades? Otros conceptos muy interesantes surgieron de esta lectura activa, por ejemplo, “ruido” (que nos llevó a reflexionar sobre el uso actual que el teatro hace de la música electroacústica). En los textos conviven muchas voces, personas, pluralidad de puntos de vista… unos se sobreponen a otros generando confusión. De nuevo, la realidad más próxima se revela como un palimpsesto indescifrable.
El mismo día, Víctor propuso, según ha explicado en entradas anteriores, un ejercicio de playground que planteaba las diferentes texturas y matices que adquiere el mismo mensaje en distintos contextos (el privado, el público, el espectacular). ¿Cómo se dice el mismo texto en una comuna, en la cola del INEM, o en un spot publicitario…? Con esta dinámica, Víctor me descubrió una polisemia vastísima (que siempre se da por supuesta) inimaginable desde el escritorio o el teclado del ordenador. El contexto condiciona evidentemente el grosor de la máscara social, concepto en el que ahondaríamos en el segundo día de ensayos, el miércoles 26. Víctor incitó a los actores a llevar al cuerpo el universo de los textos. En días anteriores, habíamos hablado de las pequeñas rebeliones con que el organismo responde a rutinas extenuantes, ansiedad, estrés: acné, tics, cistitis… Aún cuando la sonrisa ejecuta su papel disimulador o sirve de camuflaje (“sistema pared blanca-agujero negro. Ancho rostro de mejillas blancas, rostro perforado por unos ojos como agujero negro. Cabeza de Clown, clown blanco, pierrot lunar, ángel de la muerte, santo sudario” -Gilles Deleuze-) el cuerpo es un archivo del la tortura silenciosa a la que nos somete el sistema.    
Por último, los monólogos trabajados a partir de las texturas emocionales de determinadas melodías del día 28, incidieron en una perspectiva individual. Víctor y yo estamos de acuerdo en que el individualismo es una realidad innegable de nuestros días que, aunque ha sido fomentada por el liberalismo, también presenta aspectos positivos. Para desear un mundo más honesto, menos corrupto, más justo… ¿no es necesario primero hacer una purga individual y/o responsabilizar al individuo dentro de la masa que sirve como excusa para justificar tantas atrocidades? “‘¡Quiero ver una sola cabeza!’ grita incansable el señor de la guerra, y su proyecto de que ‘todos desfilen como un solo hombre’ no es sólo una metáfora… El ‘sólo una cabeza ‘, el ‘como un solo hombre’ del señor de la guerra: eso es lo que intenta desenmascarar el dramaturgo, cuyo arte consiste precisamente en revelar, en volver a decir, en manifestar, en examinar… las multiplicidades, las singularidades, las diferencias, grandes o pequeñas; por decirlo brevemente, el individuo en la ciudad, la persona en el pueblo, lo singular en la multitud” –Enzo Cormann-. Cada actor desarrolló un carácter, cada uno hacía suyo el discurso con diferentes intenciones, de modo que barrían todo el maniqueísmo que pudiera haber en el material de base. Hubo momentos de realidad.

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