lunes, 7 de noviembre de 2011

CUARTA SESIÓN DE TRABAJO


Cuarta sesión
Coro y literalidad
30 de octubre de 2011.

Coro (Del griego khoros y del latín chorus, compañía de bailarines y cantantes, fiesta religiosa.) Fran.: choeur, Ingl.: chorus, Al.: Chor) Término común a la música y al teatro. Desde la época griega, el coro es un grupo homogéneo de bailarines, cantantes y recitantes que toman la palabra colectivamente para comentar la acción a la cual están diversamente integrados.
(Patrice Pavis, Diccionario del teatro.)

El coro abandona el círculo estrecho de la acción para extenderse sobre el pasado y el futuro, sobre los tiempos antiguos y sobre los pueblos, sobre lo humano en general, para extraer las grandes lecciones de la vida y expresar la enseñanza de la sabiduría.
(Friedrich Schiller.)


Objetivos:
-         Probar las posibilidades y limitaciones del trabajo coral en nuestra propuesta.
-         Trabajar sobre un código de expresión concreto: Lo literal.
-         Probar la relación de los diferentes caracteres dentro de un marco común.

Plan de trabajo:
1.      Puesta en común.
2.      Calentamiento. (Respiración en común y voz) Trabajo sobre resonadores.
3.      Trabajo sobre el coro a través de la canción propuesta por Donat.
4.      Trabajo sobre ilustración y literalidad
5.      Trabajo de carácter de Amaya.
6.      Prueba de una convención determinada.
7.      Conclusiones

Desarrollo de los objetivos:
Comenzamos la sesión, como viene siendo costumbre, con una puesta en común del trabajo. Comentamos las posibilidades formales del coro dentro de nuestra propuesta. Me interesaba trabajar sobre la manera en que los actores pueden emitir el texto a la vez, pero sin perder la espontaneidad o expresividad. Tras un pequeño calentamiento, propuse un ejercicio de respiración en el que se privilegiaba la conciencia de los resonadores, como modo de buscar la “fisicidad” del sonido. De esta manera, pretendía que los actores descubrieran las posibilidades expresivas de la voz y favorecer la aparición de un timbre común o armonía entre ellos. El ejercicio resultó, por momentos interesante, pero quizá fue en su desarrollo posterior donde se recogieron los frutos del mismo. Quería trabajar sobre el canto como forma en la que un patrón rítmico determinado no sólo no constriñe la expresividad si no que la alienta. Se trataba, por un lado, de abundar en la relación de los actores y por otro de probar la emisión conjunta del texto. Nos dimos cuenta, de que cuando incorporábamos el texto a la estructura, se perdía parte de la espontaneidad que tenía la emisión de la canción. Sin embargo, algo quedó del ejercicio en el proceso.
Continuamos con un ejercicio que versaba sobre la literalidad. La justificación de este ejercicio es un poco más difícil que la de cualquier otro. Es un concepto sobre el que me gusta trabajar, pues creo que cada vez vivimos en un mundo en el que la literalidad va ganado lugar en detrimento de cualquier tipo de lenguaje más metafórico o figurado, con su consiguiente empobrecimiento. Se trataba de que uno de los actores leyera una serie de frases del texto, mientras que los otros tres intentaban reproducir físicamente el concepto del texto. Los actores se fueron alternando para leer el texto a sus compañeros. En este ejercicio, se suele experimentar una gran conciencia lúdica, que me parece muy interesante. Los actores se convierten en una suerte de mimadores-narradores, pierden el miedo a la ilustración y se motiva la creatividad en acción del actor. Nos reímos mucho con este ejercicio.
Proseguimos con el trabajo de carácter de Amaya, que se nos quedó colgado en la sesión anterior. Partía de una canción claramente contracultural “Autosuficiencia” de Paralisis permanente. Tanto a María como a mí, nos pareció una elección la mar de elocuente. Trabajamos la canción con la acción que la actriz proponía. Luego incorporamos el texto, dando como resultado una forma y un carácter muy específico.
A partir de ese momento, planteamos una improvisación en la que los actores debían desplazarse por el espacio relacionándose los unos y los otros desde el carácter que habían trabajado. Lejos de mi temor, la relación entre ellos, desde el trabajo de su carácter y su composición física, lejos de desfigurarse, se concretó. Esto me llevó a plantear una situación determinada, y un tipo de convención. Cada uno se sentaría en una silla de frente al público, y trabajarían con maría y conmigo como interlocutores. Por un lado pretendía “parar” el desplazamiento espacial de los actores, para comprobar si el trabajo que llevaban a cabo cobraba más fuerza sin movimiento, intentando generar una suerte de movimiento interno. La prueba me satisfizo enormemente. Era la primera vez en el proceso que veía una forma escénica determinada (en potencia) para una hipotética puesta en escena del texto de María. Se nos acabó el tiempo, por lo que tras un breve espacio para las conclusiones, dejamos reposar el trabajo hasta la siguiente sesión.

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